El pasado 8 de octubre, fue galardonado uno de los más destacados literatos del Perú y Latinoamérica: Mario Vargas Llosa; gracias a su magistral obra “El sueño del celta”, novela que relata con maestría los viajes de Roger Casement, sus denuncias al genocidio y colonialismo; y días previos a ser condenado a muerte.
La mañana del 8 de octubre fue singular: En cualquier canal local, se comentaba el añorado galardón a Mario Vargas Llosa, su insospechada nominación y fallo de la academia sueca que otorgó el Nobel a Vargas: el máximo reconocimiento que se le puede dar a un literato, por su “cartografía de las estructuras del poder y aceradas imágenes de la resistencia, rebelión y la derrota del individuo”, según la explicación de la academia; la formación en el colegio también fue particular, se refirió entusiasmadamente al ya popular reconocimiento y trayectoria del escritor peruano, que parecía hincharnos a todos de orgullo; y que gestaba, a la par, cierta controversia.
Desde los inicios de la carrera literaria de Vargas Llosa, sus novelas fueron galardonas y rápidamente se hizo famoso. El más laureado de los escritores peruanos reflejaba prontamente su maestría, desde “Los jefes” hasta “Conversación en la catedral” y “El sueño del celta”, pasando por “L Casa Verde”, “La tía Julia y el escribidor”, “Pantaleón y las visitadoras”, “La Fiesta del Chivo”, entre otras, “Cada libro ha sido una aventura” según lo explica Vargas Llosa. Mucho se criticaba a la academia sueca no dar el premio al reconocido escritor, pese a su vasta trayectoria y condecoraciones; es sin lugar a duda, una reivindicación histórica, que obedece a una justicia demorada, porque, como muchos manifiestan, lo merecía desde hace décadas.
No podemos obviar la trayectoria política de Vargas Llosa; recordemos su paso por la candidatura presidencial y su derrota ante Fujimori. Paradójicamente, hoy, dos décadas después; uno yace en prisión repudiado por muchos, y el otro se haya realizado, en el parnaso de la literatura universal. Tal vez exista relación entre la decisión de no otorgar el Nobel a Vargas Llosa, con su antigua tendencia política izquierdista y ahora, amigo de las “democracias” actuales, un crítico feroz de las dictaduras cubanas y chavistas, halle lugar en la lista de ganadores del premio Nobel, se sospecha; muy a pesar, de ser incierto el proceso a llevar para su elección; es entonces, bajo su actual forma de pensar, que es severamente cuestionado por el diario cubanos y bolivarianos; sin embargo, no es de dudar, estén de acuerdo o no con su manera de pensar, su valioso aporte a la literatura de nuestro idioma y su vitalidad y hábil uso de las técnicas literarias; razones que lo hacen justo acreedor del Nobel.
La mañana del 8 de octubre fue singular: En cualquier canal local, se comentaba el añorado galardón a Mario Vargas Llosa, su insospechada nominación y fallo de la academia sueca que otorgó el Nobel a Vargas: el máximo reconocimiento que se le puede dar a un literato, por su “cartografía de las estructuras del poder y aceradas imágenes de la resistencia, rebelión y la derrota del individuo”, según la explicación de la academia; la formación en el colegio también fue particular, se refirió entusiasmadamente al ya popular reconocimiento y trayectoria del escritor peruano, que parecía hincharnos a todos de orgullo; y que gestaba, a la par, cierta controversia.
Desde los inicios de la carrera literaria de Vargas Llosa, sus novelas fueron galardonas y rápidamente se hizo famoso. El más laureado de los escritores peruanos reflejaba prontamente su maestría, desde “Los jefes” hasta “Conversación en la catedral” y “El sueño del celta”, pasando por “L Casa Verde”, “La tía Julia y el escribidor”, “Pantaleón y las visitadoras”, “La Fiesta del Chivo”, entre otras, “Cada libro ha sido una aventura” según lo explica Vargas Llosa. Mucho se criticaba a la academia sueca no dar el premio al reconocido escritor, pese a su vasta trayectoria y condecoraciones; es sin lugar a duda, una reivindicación histórica, que obedece a una justicia demorada, porque, como muchos manifiestan, lo merecía desde hace décadas.
No podemos obviar la trayectoria política de Vargas Llosa; recordemos su paso por la candidatura presidencial y su derrota ante Fujimori. Paradójicamente, hoy, dos décadas después; uno yace en prisión repudiado por muchos, y el otro se haya realizado, en el parnaso de la literatura universal. Tal vez exista relación entre la decisión de no otorgar el Nobel a Vargas Llosa, con su antigua tendencia política izquierdista y ahora, amigo de las “democracias” actuales, un crítico feroz de las dictaduras cubanas y chavistas, halle lugar en la lista de ganadores del premio Nobel, se sospecha; muy a pesar, de ser incierto el proceso a llevar para su elección; es entonces, bajo su actual forma de pensar, que es severamente cuestionado por el diario cubanos y bolivarianos; sin embargo, no es de dudar, estén de acuerdo o no con su manera de pensar, su valioso aporte a la literatura de nuestro idioma y su vitalidad y hábil uso de las técnicas literarias; razones que lo hacen justo acreedor del Nobel.
